Nació en La Plata en 1917, pero desde muy pequeño residió en Paraná, donde se educó.
Se graduó de Maestro Nacional en la Escuela Normal de Paraná y luego de profesor en la especialidad Castellano, Literatura y Latín, en el Instituto Nacional del Profesorado Secundario de Paraná en el año 1939, donde después dictó cátedras de Literatura.
Salvo algún circunstancial intervalo, ejerció siempre la docencia en nuestra provincia y también fuera de ella.

Actuó como Decano Organizador de la Facultad de Humanidades de la Universidad del Nordeste y fue Jefe del departamento de Letras en la Escuela Normal de Villa María, Córdoba.
En Paraná editó la revista literaria Sauce, con cuyo pie editorial apareció su libro de versos Fábula encendida (1943).

Escribe en La Nación y figura en la antología 45 poetas argentinos, de David Martínez (1949).
También ocupó cargos públicos en nuestra provincia, entre 1955 y 1958 fue secretaria de educación.
Fue director de Cultura de la Municipalidad en el regreso a la vida democrática en 1983.
Falleció en Paraná el 22 de octubre de 1989.

Mi casa

Yo viví en una casa dibujada
con un lápiz azul tan parecido
al azul de la alfalfa, azul florido
como el naciente azul de la alborada.

He perdido en el cielo mi morada…
y de azul en azul en azul ando
perdido,
buscando aquel portal que está
escondido
para el azul total de la mirada.

Y como no lo encuentro, voy doliente
de glicina a linar, de fuente en
fuente,
solo con mi esperanza por posada.

Picaflores, abejas, mariposas:
ayudadme a buscar entre las rosas
mi casa en tanto azul traspapelada.

Canción paranaense  > AUDIO

CANCIÓN PARANAENSE

Al suelo se viene el cielo
lila del Jacaranda;
al suelo donde va el paso
solitario del soñar.

Con el andar distraído,
pisando las flores va
un amante de la rama
en flor del Jacaranda.

De flor lila se ha vestido
la gracia de Paraná,
y una muchacha acostada
se me antoja la ciudad.

Una muchacha dormida,
-Lila en la flor de la edad-
toda graciosa y curvada,
durmiendo a todo soñar.

No la despiertes, noviembre,
aunque enamorado estás;
déjale en flor ese sueño,
no vayas a recordar
el lila en que se ha dormido
junto al río, la ciudad.


COPLAS DE QUERER SER ÁRBOL
a Emilia Aguirre Paz de Chouhy

¡Un árbol quisiera ser
para sentirme contento
con el follaje en el viento
y hasta la nubes crecer!

Hasta las nubes que van
y sólo van, sin saber
dónde dejarán de ser
nubes y lluvias serán.

Si álamo pudiera ser
allá en mi cumbre tendría
su refugio la tardía
lumbre del atardecer.

Si el ciprés fuera mi suerte,
siglos quisiera vivir:
vivir hasta el porvenir
de la vida y de la muerte.

Por ser pino yo me muero,
pero me muero en salud:
nunca pino de ataúd,
sino pino marinero;

mástil de leve velero
-vagabundo y vagamar-
gozo de sólo pensar
que voy muerto al astillero.

Pero si no es mi destino
el de perderme en el mar,
si es mi destino quedar:
¡no me interesa ser pino!

Ser sauce, para llorar
la pena de no ser pino;
sauce echado en el camino,
que no sabe caminar.

O espinillo campesino
-fragante copa de miel-
o algarrobo de Montiel
-catedral del peregrino-;

o tal vez la casuarina
que la tormenta empaqueta
cuando su copa repleta
de viento a la tierra inclina.

Para una vida tranquila
quiero ser Jacaranda:
ese que dudando está
si es su flor azul o lila...

Mas como (para mi mal)
me gusta lo llano y liso,
de a ratos soy paraíso
- paraíso en el paraisal-

¡Un árbol quisiera ser
para sentirme contento
con el follaje en el viento
y hasta las nubes crecer!

AIRE DEL AIRE
Había un aire en el aire:
dentro de sí mismo andaba
buscándose.

Abandonaba los pájaros,
las nubes abandonaba
el aire.

¿Qué le pasaba a ese aire,
tan sin aire, con ese aire
de nadie?

Las rosas no lo sabían
ni sus mejores amigos,
los árboles.

(Con los ojos melancólicos,
con aquella gracia de aire,
como en el aire....)

Las golondrinas caían;
caían cuerdas, no entendían
el desaire.

(Todo porque el aire andaba,
ensimismado,
buscándose).


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